El dinero es uno de los principales medios que tenemos para medir nuestra autoestima.
El sustento correcto, desde su inicio, ha pedido a las personas que consideren la ética de cómo hacen su dinero.
El sustento correcto nos pide que prestemos atención a la calidad de nuestras interacciones, no solo a cuán exitosos nos dice el mundo que somos; no se trata solo de lo que hacemos sino también de cómo lo hacemos.
La dimensión ética del sustento correcto no tiene que limitarse a una prohibición en el comercio de armas, drogas o seres humanos.
El sustento correcto nos alientan a ser éticamente conscientes de cómo interactuamos y cómo nos relacionamos, no solo nuestro nivel de logro.
Igualmente, correcto nos anima a hacer de esto un tema legítimo de investigación meditativa, no solo un objeto de rumia privada.
Además, el sustento correcto, nos anima a reflexionar sobre cómo hacemos nuestro dinero y cómo estructuramos nuestras vidas, también puede ayudarnos a cuestionar nuestro sentido inherente de privilegio.
Al alentar la reflexión sobre la vocación de cada uno, el sustento correcto plantea una serie de preguntas: ¿Qué lugar ocupa el trabajo en mi vida? ¿Qué me está motivando? ¿Tengo dudas éticas sobre mi trabajo? ¿Me define mi forma de ganarme la vida?
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